Terry Davis, el disidente [Parte I]
Aprendizajes extraídos de un caso verdaderamente anómalo

Índice completo
- Rabbit hole
- Intento de biografía
- Utilitarismo
- Pararse sobre los hombros de los gigantes: efectos secundarios (próximamente)
- Complejo vs. simple (próximamente)
- Raro y brutalmente honesto (próximamente)
- Crear como medicina (próximamente)
- “Too weird to live, and too rare to die” (próximamente)
- Recursos importantes (próximamente)
Rabbit hole
El agosto pasado me fui una semana a la Patagonia con varios amigos, también ingenieros de software remotos. Desde 2022 repetimos el ritual todos los años, variando la ciudad de destino (Bariloche, Villa la Angostura y, esa vez, San Martín de los Andes). El plan suele ser trabajar temprano a la mañana y luego usar el tiempo libre para hacer trekking entre las montañas y los bosques, esquiar, comer asado, tomar vino y demás planes típicos del sur argentino.
Uno de esos días estábamos matando el tiempo en el living de la casa que alquilamos, mirando videos en YouTube. No resulta muy difícil adivinar la clase de contenido por los que seis desarrolladores suelen interesarse. Uno se puso a hurgar en los videos de Fireship, canal de un programador en el que comparte tutoriales, explica fun facts de la industria, da su opinión sobre nuevas librerías, interpreta noticias de tecnología, etc. Seleccionó uno de nombre TempleOS in 100 Seconds.
Lo que siguió fue extraño: un muchacho de cara alargada, mandíbulas presentes, siempre con gorra, stremeaba un juego que consistía en un grupo de gente en el medio de un desierto corriendo en direcciones aleatorias, una versión rudimentaria del Paint, un programa en apariencia destinado a crear música, que consistía en un teclado y una partitura… todo en interfaces de usuario en 8 bits que me hicieron recordar mis primeras experiencias con las computadoras.
El narrador de Fireship le daba un contexto racional a lo que parecía irracionalidad pura: un programador americano, diagnosticado de esquizofrenia, con un coeficiente intelectual fuera del rango normal, piensa que es un elegido de Dios y desarrolla un sistema operativo 100% desde cero **que representa el Tercer Templo profetizado en la Biblia, luego de la destrucción del Templo de Salomón. Incluye kernel, librería de gráficos, juegos y hasta un propio lenguaje de programación (Holy C) con su respectivo compilador. Parece ser el único ejemplo de la historia de la informática en el cual un sistema operativo es implementado de inicio a fin por un solo desarrollador.
Ese fue mi primer encuentro con Terry Davis.
Internamente, me ocurrió lo mismo que hace más o menos diez años atrás, cuando me topé con un documental sobre el Códice Voynich, según dicen el libro más enigmático jamás escrito: esa cosa tangencial que resiste cualquier intento de categorización, parametrización, encuadramiento. Un sistema operativo que no se justifica por su utilidad (no creo que exista una sola persona en el mundo que use TempleOS en su día a día) sino para continuar una supuesta profecía bíblica. Un libro escrito en un lenguaje que no conoce ni puede traducir nadie. Pequeñas pepitas de oro en el desierto de la repetición.
Supe al instante que tenía que hurgar más sobre Terry y TempleOS. Guardé el link del vídeo y me anoté un TO DO para la vuelta del viaje:
[ ] terry davis + templeOS → rabbit hole
Esta serie de posts es el resultado de haber descendido un tiempo en dicho agujero. Un intento de compartir lo que creo su legado y relación sobre los temas que ocupan mi cabeza de forma intermitente.
Intento de biografía

Existe abundante material sobre Terry en internet. Es fácil pasar horas y horas entre recortes de sus livestreams en YouTube, sus posts en foros, comentarios de seguidores y detractores, artículos y podcasts que tratan de analizarlo desde decenas de puntos de vista distintos. El mismo TempleOS, público y gratuito, es la evidencia mayor para intentar desencriptar a su creador. El común denominador de cualquier material disponible es que es imposible dejar de sorprenderse por cada nuevo dato.
Con la idea de hacer este artículo auto-sustentable va una pequeña, incompleta lista cronológica sobre su vida y obra:
- Nació en el 69, séptimo hijo de ocho hermanos. Lugar: Wisconsin.
- Luego se mudó a California y Arizona.
- Se graduó de Ingeniero Eléctrico en la Arizona State University.
- Trabajó unos años en Ticketmaster como programador. Parece haber sido su única experiencia profesional.
- En el 96 comienza la fiesta: en Las Vegas, aún viviendo con sus padres, aparecen los primeros episodios maniáticos. Es diagnosticado como esquizofrénico. Recibe una pensión del gobierno por discapacidad. Según él, en dicha etapa recibe una “revelación” de Dios que lo lleva a abandonar su ateísmo y comenzar a construir el tercer templo para el Creador: TempleOS. Pasa una década persiguiendo dicho objetivo.
- Una vez terminada la obra, se dedica a la difusión. Aparece en Reddit y HackerNews con posts y videos crípticos intentando popularizar el uso de su sistema operativo. Por muchos años fue ignorado (sus publicaciones en HackerNews han sido deslistadas), acusado de spam, víctima de grupos de trolls, hasta que por alguna cuestión que no me queda clara (suficiente perseverancia? Aura mítica? Algún post suyo que haya hecho click en la opinión del colectivo online?), comenzó a amasar una gran cantidad de seguidores.
- Su enfermedad se agrava, comienza a tener peleas fuertes con sus padres. Algunas de ellas son inmortalizadas **en su canal. Termina en la calle en 2017. Su último año se la pasa como homeless recorriendo ciudades de Estados Unidos. En varios videos se lo ve con pelo largo, desalineado, fumando, filosofando, a veces bailando, en plazas, estaciones de trenes, esquinas de ciudades. Una versión nerd y más actual de Jack Kerouac en On the road: una cámara y YouTube en reemplazo al clásico bloc de notas del escritor trotamundo.
- Termina su viaje en una ciudad pequeña llamada The Dalles, en Oregon, en 2018. Se filma en la entrada de una librería del lugar, sube el video al canal. Unas horas después los medios locales informan de la muerte de un hombre de nombre desconocido, arrollado por un tren. Lo que siguen son miles de llamadas de sus fanáticos a dicho medio, intentando confirmar si ese NN era en realidad el prolífico desarrollador.
Utilitarismo

Intentando promocionar el uso de la primera versión de TempleOS (llamada LoseThos), escribe Terry en OSNews:
LoseThos is for programming as entertainment. It empowers programmers with kernel privilege because it’s fun. It allows full access to everything because it’s fun. It has no bureaucracy because it’s fun. It’s the way it is by choice because it’s fun. LoseThos is in no way a Windows or Linux wannabe — that would be pointless.
El hecho que, como usuario, tengas acceso a todo, lo hace un sistema operativo ring 0. Desde el punto de vista de la usabilidad (cualquier acción realizada puede desencadenar graves problemas si no sos cuidadoso) y seguridad (mayor posibilidad de crear malware en entornos no protegidos), no parece ser una excelente decisión: los niveles de protección tienen una razón de ser y es, entre otras cosas, prevenir desde el diseño posibles acciones no intencionales por parte de los usuarios. No tenerlos es delegar esa responsabilidad a ellos y, paralelamente, delegarles un gran poder. Que, según Terry, es divertido.
Otro desarrollador, también usuario de OSNews, amplifica sus dichos en un post que titula Recreational programming with LoseThos. Cita varias explicaciones del autor y concluye con lo siguiente:
I’m glad that operating systems like LoseThos still exist, in that it shows that computing can still be a hobby; why is everybody so serious these days? If I want to code an OS that uses interpretive dance as the input method, I should be allowed to do so, companies like Apple be damned.
Es muy común en el mundo tech (y probablemente en el mundo de la ingeniería en general) asociar valor con utilidad: una pieza de software produce valor solo si es útil para resolver cierta necesidad del usuario. El procesador de textos que estoy usando para escribir este artículo es valioso porque me permite traducir pensamientos en textos escritos que luego puedo compartir al mundo. Las redes sociales son grandes productos porque nos conectan. Los calendarios, porque nos organizan la rutina. Las plataformas de streaming, porque nos permiten disfrutar de shows de entretenimiento. Slack, porque facilita la comunicación laboral. Google Meet, porque nos permite organizar videollamadas a distancia. Y así.
Por eso, tendemos a reaccionar con cierta extrañeza cuando se nos presentan ejemplos como el de TempleOS/LoseThos. Cruje la estructura, el modelo mental en el cual asignamos importancia a algo: el mismo autor nos está diciendo, en la cara, sin rodeos, que la razón principal por la cual pasó años de su vida trabajando en este sistema operativo es… divertirse. El argumento detrás de todas las decisiones sobre arquitectura, APIs, backwards compatibility, etc., es, lisa y llanamente: because it’s fun!
Un ejemplo de la reticencia a esta extraña manera de pensar la creación de software es el primer comentario que se lee en el post:
2010-09-12 7:58 pm boulabiar
Why people still losing time creating new OSes that looks similar to 80’s ones ? I they have too much time they can help resolving problems of Linux or any common sub-system. Resolving issues/bugs help many millions of users, recreating the wheel every time is a huge time loss…
Perder tiempo: todo lo que no consista en resolver necesidades concretas o colaborar en esa tarea colectiva es perder el tiempo. La decisión correcta en estos casos es pensar qué es lo más útil para los usuarios y ponerse al servicio de ellos. Para qué reinventar la rueda con creaciones sin sentido, cuando nos podemos apalancar de invenciones preexistentes?
Recuerdo la primera vez que me encontré con reflexiones alineadas con los argumentos de Terry sobre sus decisiones técnicas a la hora de darle vida TempleOS. Fue en otro contexto: una clase de literatura en la secundaria. Teníamos que leer varios fragmentos que reflexionaban sobre la disciplina, interpretarlos y comentarlos. Uno de ellos afirmaba sin lugar a dudas que la literatura era inútil, que no servía para nada.
Mi primera sensación fue de enojo. Leía mucho y me molestaba que otra persona afirme que lo que yo hacía en gran parte de mi tiempo libre no tenia ningún tipo de utilidad práctica. Hice una lista mental de razones por las cuales consideraba que leer ficción es útil (estimular la creatividad, mejorar el vocabulario, habilitar la recreación de mundos ficticios a partir de símbolos, aprender tangencialmente sobre cultura, historia, etc.) y se lo comenté a la profesora. Ella notó mi descontento. Tuvimos un intercambio y me hizo dar cuenta que no había entendido el punto de lo que estaba leyendo. El párrafo era una provocación. Hacer cosas inútiles constituían un acto de rebeldía frente al utilitarismo frenético y constante. A veces, perder el tiempo da respiro, es liberador. Cuenta Adrián Dárgelos sobre sus hábitos de lectura:
Yo leo para perder el tiempo, porque perder el tiempo es una acción subversiva en un mundo donde hay que consumir y aprovecharlo.
O:
[Este] es un mundo donde está mal visto perder el tiempo, porque ¿qué se hace con el tiempo?, producir dinero. ¿Qué hacen las personas más ricas del mundo? Comprar tiempo. Entonces leer es una actividad anti productiva, porque no produce dinero.
El punto acá no es tirar todo lo que sea útil a la basura y perseguir side projects de tinte religioso. O que en la próxima reunión con tu Technical Leader justifiques tus decisiones como desarrollador diciendo que elegiste X en vez de Y porque X es más divertido. No.
El punto es que, por un lado, intentemos relativizar más la ecuación útil == bueno, y todo lo demás queda afuera. Existen miles de ejemplos como el de TempleOS que probablemente no satisfagan necesidades reales de usuarios a nivel global tal como lo hacen Windows, Linux o macOS. Pero acaso esa es la única métrica para valuar la importancia de algo? Mi humilde opinión es que no, que merecen reconocimiento desde otros ángulos, tales como la creatividad, la anécdota, el mito, el pensar fuera de la caja.
Por el otro, no olvidarse de la diversión, de pasarla bien. Tengo la idea ingenua de que en cualquier empresa o producto el hecho de pasarla bien implementando nuevas funcionalidades es un gran diferenciador en cuanto a la búsqueda de propósito y de la salud mental en general. Mechar momentos de utilidad con momentos de goce. Si constantemente estamos produciendo cosas solo por el hecho de que sean útiles, en ningún aspecto nos diferenciamos de las máquinas.
En resumen: acordarse de existir, en vez de funcionar. Como ejemplo, hacen falta solo unos minutos de lectura sobre la vida de Terry Davis para entender que existió. Y se divirtió.
En el próximo post, que publicaré la próxima semana, hablaremos sobre los efectos secundarios en el aumento agresivo de los niveles de abstracción.